Imagina despertarte en una mañana de domingo sin prisa alguna, abrir la ventana de tu alojamiento rural y contemplar un mar de viñedos dorados que se extiende hasta la Sierra de Cantabria. El aire huele a tierra húmeda y a promesas de un día perfecto. Esto es exactamente lo que te espera en Laguardia, una villa medieval que ha logrado detener el tiempo mientras abraza la modernidad con la elegancia que solo los lugares verdaderamente especiales saben conseguir.
El encanto de una villa que invita a desconectar
En un mundo que parece girar cada vez más rápido, Laguardia se presenta como ese refugio donde desconectar no es solo una opción, sino una necesidad que tu alma agradecerá. Esta villa amurallada, capital de la Rioja Alavesa, conserva intacto su sabor medieval desde el siglo X, cuando fue fundada como bastión defensivo del Reino de Navarra.
¿Te has preguntado alguna vez qué se siente al caminar por calles que han visto pasar siglos de historia? En Laguardia, cada piedra cuenta una historia, cada rincón susurra secretos de épocas pasadas, y cada atardecer pinta los muros de colores que parecen sacados de un cuento de hadas.
Con apenas 1.500 habitantes, este enclave alavés se alza majestuoso sobre un cerro, vigilando eternamente los viñedos que se extienden como un tapiz verde y dorado hacia la imponente Sierra de Cantabria. No es casualidad que forme parte de la selecta asociación de los Pueblos más bonitos de España: su belleza es genuina, auténtica, imposible de fingir.
Un viaje al corazón medieval
Las murallas que guardan tesoros
Las murallas de Laguardia no son simplemente piedras apiladas; son los guardianes silenciosos de una historia que se remonta al siglo XII. Construidas durante el reinado de Sancho VII El Fuerte, estas fortificaciones convirtieron la villa en una plaza militar de primer orden, escenario de batallas épicas y refugio en tiempos sombríos.
Originalmente, cinco puertas permitían el acceso a esta fortaleza medieval: San Juan, Santa Engracia, Páganos, Mercadal y la posterior puerta de Carnicerías, abierta en el siglo XV. Caminar por el paseo de Sancho Abarca es como hojear un libro de historia al aire libre, donde cada lienzo de muralla te transporta a una época en la que estas piedras fueron la diferencia entre la vida y la muerte.
El paseo del Collado: donde el alma respira
¿Existe algo más romántico que un paseo al atardecer con vistas panorámicas a los viñedos? El paseo del Collado te regala precisamente eso. Bordeando la parte norte de la villa, este sendero jardín es el lugar perfecto para desconectar del ruido mental y conectar con la serenidad que solo los paisajes sublimes pueden ofrecer.
Aquí encontrarás el busto de Félix María Samaniego, el ilustre fabulista nacido en estas tierras en 1745. Sus inmortales fábulas como «La cigarra y la hormiga» cobraron vida en estos mismos parajes que ahora puedes disfrutar. ¿No es fascinante pensar que quizás el genio de Samaniego se inspiró en estas mismas vistas para crear sus obras maestras?
Joyas arquitectónicas que cautivan
La iglesia de Santa María de los Reyes: arte en piedra viva
Si hay algo que debes ver en Laguardia, sin duda alguna es la iglesia de Santa María de los Reyes. Este templo, cuya construcción se extendió del siglo XII al XVI, alberga uno de los tesoros artísticos más espectaculares del País Vasco: su pórtico gótico policromado.
Las figuras de los doce Apóstoles esculpidas en las jambas y la Virgen de Santa María de los Reyes en el parteluz no son simples decoraciones; son páginas de piedra que narran historias sagradas con una maestría que quita el aliento. Durante los fines de semana, la Oficina de Turismo organiza «El Pórtico de la luz», un espectáculo donde las proyecciones iluminan cada detalle de esta obra maestra, revelando secretos que permanecen ocultos a simple vista.
Torre Abacial: el mirador del tiempo
La Torre Abacial se erige como un centinela de piedra que ha observado pasar los siglos desde el siglo XIII. Esta torre de defensa de planta cuadrada, construida en dos fases históricas diferentes, se ha transformado en el mirador más codiciado de la comarca.
Subir a esta torre es como ascender por una máquina del tiempo. Desde arriba, la vista panorámica de la Rioja Alavesa se despliega ante ti como un mapa viviente donde cada parcela de viñedo cuenta su propia historia de tradición y pasión vinícola.
Plaza Mayor: el corazón que late
El alma de Laguardia late en su Plaza Mayor porticada, un espacio que parece diseñado para el encuentro y la tertulia. El ayuntamiento del siglo XIX preside este escenario con su famoso reloj carillón, una joya mecánica que cada hora en punto cobra vida con autómatas danzantes que interpretan pasacalles típicos de las fiestas locales.
¿Has escuchado alguna vez el sonido de las campanas medievales resonando entre muros centenarios? Es una experiencia que trasciende lo auditivo y se convierte en pura emoción.
El reino subterráneo del vino
Los calados: catedrales bajo tierra
Uno de los secretos mejor guardados de Laguardia se encuentra literalmente bajo tus pies. La villa está horadada por una red de calados subterráneos que se extiende como las venas de un organismo vivo, conectando bodegas familiares construidas a lo largo del siglo XVI.
Descender a estos túneles es adentrarse en un universo paralelo donde el tiempo se mide en cosechas y los aromas del vino envejecido impregnan cada piedra. Algunas de estas galerías, con más de 500 años de antigüedad, conservan intactos los métodos tradicionales de elaboración vinícola que han pasado de generación en generación.
Experiencias enológicas únicas
Bodega El Fabulista: donde la literatura se hace vino
A siete metros bajo un palacio del siglo XVII se esconde una de las experiencias más singulares de Laguardia. La Bodega El Fabulista, ubicada en la casa natal de Félix María Samaniego, ofrece visitas teatralizadas donde la literatura y la enología se fusionan en una experiencia multisensorial única.
¿Te imaginas catar un vino mientras escuchas recitar las fábulas que inspiraron estos mismos muros? Esta bodega utiliza el tradicional método de maceración carbónica, una técnica que resalta los aromas frutales de sus vinos de manera espectacular.
Bodegas Solar de Samaniego: excelencia reconocida
Galardonada como Mejor Experiencia Enoturística en las Rutas del Vino de España, Bodegas Solar de Samaniego representa la evolución natural de la tradición vinícola riojana. Con más de 80 hectáreas de viñedos propios distribuidos en diferentes fincas de la Rioja Alavesa, esta bodega familiar trabaja principalmente con tres variedades: Tempranillo, Graciano y Maturana Tinta.
Gastronomía que abraza el alma
Templos del sabor auténtico
La gastronomía en Laguardia no es simplemente comer; es participar en un ritual centenario donde cada plato cuenta la historia de esta tierra. Restaurante Amelibia, situado junto a una de las puertas de la villa amurallada, reinterpreta las recetas tradicionales con productos locales y de temporada, creando una cocina que honra el pasado mientras abraza el presente.
¿Sabías que muchos de los restaurantes de Laguardia cuentan con sus propias bodegas subterráneas? SVGAR Restaurante, cuyo nombre significa «llama» en euskera, simboliza la pasión de sus propietarios por conectar cada plato con la tierra riojana. Su carta de vinos, con cerca de 2.000 referencias, es un verdadero atlas líquido de la región.
Más allá de los muros: naturaleza y tradición
Las lagunas: oasis de biodiversidad
El complejo lagunar de Laguardia, formado por cuatro humedales (Prao de la Paúl, Carralogroño, Musco y Carravalseca), constituye un ecosistema único donde la observación de aves se convierte en una experiencia contemplativa perfecta para desconectar del estrés urbano.
Estas lagunas estacionales albergan una colonia permanente de garzas reales y sirven de refugio a numerosas especies migratorias. ¿Te has planteado alguna vez la terapia que supone observar el vuelo pausado de una garza al amanecer?
Vestigios prehistóricos: ecos del pasado remoto
Los dólmenes de Laguardia son monumentos megalíticos que preceden en milenios a la villa medieval. Estos vestigios de la Edad del Bronce y el Neolítico constituyen algunos de los restos más antiguos de la comunidad autónoma, recordándonos que esta tierra ha sido hogar de civilizaciones durante milenios.
El arte de vivir a ritmo lento
En Laguardia, desconectar no significa desenchufarse del mundo, sino reconectar con lo esencial: el placer de saborear un vino mientras contemplas un atardecer, la satisfacción de una conversación pausada en una terraza con vistas a los viñedos, el lujo de despertar sin prisa en un entorno donde la belleza forma parte del paisaje cotidiano.
Esta villa alavesa te invita a redescubrir el arte de vivir sin prisas, donde cada momento puede convertirse en un recuerdo imperecedero. Desde las catas en bodegas centenarias hasta los paseos vespertinos entre las murallas medievales, cada experiencia en Laguardia está diseñada para alimentar el alma y relajar la mente.
¿Estás preparado para descubrir por qué Laguardia se ha convertido en el refugio perfecto para aquellos que buscan autenticidad en un mundo cada vez más artificial? Te esperamos en el corazón de la Rioja Alavesa, donde cada atardecer pinta de oro los viñedos y cada amanecer promete una nueva aventura en esta villa que ha hecho del tiempo lento su mayor tesoro.
Fotografía © Ondare Lagunak (Wikipedia)